16 mayo, 2009

Ella camina entre bosques esperando encontrar esa respuesta que bien sabe cambiará el rumbo de su vida, dándole un sentido.

Camina esperando a esa persona que la rescate de ese dolor que esta vida le causó.

Camina y no ve nada más que personas igual a ella tratando de salir.

Algunos de ellos salen, se levantan, y otros tan solo se resignan (caen) y lloran, se encierran no solo por necios que son, excavan convenciéndose a si mismo de que es la única forma. Pero solo cuando ya no quede mas nada, ni fuerzas, ni oxigeno, ni ganas caerán en la cuenta de que no era así.

Cuando vean un montón de sueños que dejaron de lado para seguir con una vida equivocada, negándose a sentir por un sentimiento que los inhibe, que les prohíbe hacer lo que realmente quieren hacer. Por él, el miedo, dejan que las cosas sigan como si nada y hasta son capaces de convencerse que así, alejándose de todo, y “olvidando” (imposible) las cosas tomarán su curso. Si bien esto es fácil, no es duradero, saben que solo es cuestión de tiempo para estallar de la peor o mejor manera.

Esto la aterroriza, no quiere ser culpable de lo que a ella la tiene de rehén, el dolor.

Prefiere seguir recorriendo el lugar y ser para otros la persona que también busca y así se va dejando para lo último, deja que el tiempo pase, las cosas empeoran y los sentimientos lleguen a hacerla olvidar lo más importante, lo valiosa que es.

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