29 marzo, 2014


La vida del mundo ha de abrazarse como la tarea más propia y salir a defenderla, con la gravedad de los momentos decisivos. Ésa es nuestra misión. Porque el mundo del que somos responsables es éste: el único que nos hiere con el dolor y la desdicha, pero también el único que nos da la plenitud de la existencia, esta sangre, este fuego, este amor, esta espera de la muerte.
Este deseo de convertir la vida en un espacio de humanidad.
No podemos hundirnos en la depresión, porque es, de alguna manera, un lujo que no pueden darse los padres de los chiquitos que padecen el hambre. Y no es posible que nos encerremos cada vez con más seguidores en nuestros hogares.
Tenemos que abrirnos al mundo. No considerar que el desastre está afuera, sino que arde como una fogata en el propio comedor de nuestras casas. Es la vida y nuestra tierra la que están en peligro.
La solidaridad adquiere entonces un lugar decisivo en este mundo acéfalo que excluye a los diferentes.
(Palabras de Ernesto Sabato)