22 febrero, 2009


Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña, ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios serán favor tan misterioso como mirar tu sueño implicado en la vigilia de mis brazos. Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño, quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige, me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes. Arrojado a quietud, divisaré esa playa ultima de tu ser y te veré por vez primera, quizá, como Dios ha de verte, desbaratada la ficción del Tiempo, sin el amor, sin mí.(Amorosa Anticipación. Borges)

No hay comentarios:

Publicar un comentario